Todos odiamos la Comic Sans.
- jorge piazza
- Mar 24, 2020
- 2 min read
Una aparente y desigual lucha entablada entre gran parte del mundo del diseño de un lado, y una tipografía del otro. Como si no tuviésemos otros temas más prioritarios, dedicamos tiempo a desprestigiar una tipografía (¡con las miles que existen!), en vez de dedicarnos a solucionar los reales conflictos que nos condicionan el día a día.

Hasta existen sitios dedicados exclusivamente a esta estéril causa.
Dos preguntas deberían surgir de tan absurdo escenario:
1. ¿Qué sabemos de la Comic Sans?
Aparentemente poco. Ya quedó demostrado que crítica y conocimiento no siempre van de la mano. Vincent Connare, su creador, trabajaba como ingeniero tipográfico en Microsoft. En aquel entonces se encargaba de una prueba inédita denominada Microsoft Bob. Un paquete de software creado para usuarios jóvenes que incluía un procesador de textos y un perro, llamado Rover, pensado para emitir mensajes de ayuda al usuario. Dichos mensaje utilizaban el recurso de la burbuja o globo, propio de las historietas, para contener los textos.
Times New Roman era la tipografía elegida para esos mensajes, pero Connare, no convencido de su funcionamiento, optó por diseñar una tipografía, inspirada justamente en los cómics.
Así nace la, luego tristemente famosa, Comic Sans. Y aunque no llegó a tiempo para el lanzamiento de Microsoft Bob, luego fue incorporada como fuente en Windows 95.

Merece una mención aparte el hecho de que ciertos rasgos de esta tipografía tan odiada sean de vital ayuda para los disléxicos. Seguramente no fue un objetivo a la hora de ser creada, sin embargo cumple una función tan útil, que luego otras tipografías fueron concebidas basándose en sus características.
2. ¿Por qué tanto odio a una simple tipografía?

Conocer la historia de esta desdichada tipografía poco importa. Aunque se sepa el por qué de su existencia, las críticas no cesan y el odio no disminuye.
¿Qué mal nos pudo hacer una tipografía a nosotros, los diseñadores?
Como siempre, vemos el problema donde no está, y culpamos inocentes. La Comic Sans es acusada de uso abusivo e inapropiado. Pero no es la tipografía la culpable de semejante delito, sino el diseñador.
Efectivamente hubo un uso y abuso de la poco feliz tipografía, pero como siempre, la culpa no es de la herramienta sino de quien la utiliza.
En defensa del diseñador se podrá aducir que fue el cliente quien por contagio exigió utilizarla para sus trabajos. Y justamente ahí radica el real problema: un diseñador que agachando la cabeza, acepta el capricho del cliente.
Es el diseñador quien conoce la funcionalidad de una tipografía. Es el diseñador quien tiene que explicarle al cliente por qué la Comic Sans no es la apropiada.
Visualizamos mal al enemigo; no es la Comic Sans, tampoco el cliente, sino nosotros mismos.
Nuestro odio tiene su origen en una de tantas incapacidades del diseñador:
No saber decir NO.
En este caso puntual, cuando el NO, y paso seguido, la explicación del por qué, tienen como objetivo la calidad del mensaje.
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